viernes, enero 18, 2008

El metro d'aquest matí



Doncs aquest matí en el metro, veien que la parada de Navas estava a vessar de gent (molta més del normal) vaig decidí prendre un tren en direcció oposada per a així poder entrar en el meu una estació abans. Un cop dins el vagó, no és precisament que et posin una catifa vermella per poder entrar, ja en soc conscient, però ni un sol gest o moviment de facilitar-te l’accés. Doncs res, has de recorre a “l’empenyadeta”… sembla que en aquesta vida tot ha de funcionar a cops d’empentes.

Em sorprèn la capacitat de concentració que els amics lectors poden arribar a tenir, tenint en compta lo incomodo de la posició i moviments sobtats que no paren de succeir. Estem tots com a sardines i ells… com si res, sense aixecar la mirada del llibre i sense importar-les el teu estat d’incomoditat i més concentrats que mai en la seva lectura. Faran el mateix sempre?

Ja no parlem dels que, en lloc d’un llibre llegeixen el diari. El despleguen qual paracaigudes i ja t’has quedat sense un meravellós metre quadrat de espai. Quant les circumstancies no et permeten respectar el espai ocupat pel diari o el llibre, el lector aixeca les celles i et mira com si fos exclusivament culpa teva la interrupció d’aquest “meravellós” moment, com si fos algu personal. Que més desitjaria jo que tots poguéssim viatjar estirats en una gandula, amb un còctel de cava en una ma i una revista en l’altre.

miércoles, enero 16, 2008

El Origen



Ahí me tenéis, soy el pequeño de cuatro hermanos. Estamos en la puerta de nuestra casa en

La Linea de la Concepción (Cadiz).

Ahora tengo 41 años y vivo en Barcelona, ¿podéis imaginar las cosas que han pasado desde esa foto a la actualidad? Pero han pasado muy deprisa y esa foto me traslada a un tiempo que no existirá y solo quedará en el recuerdo de los protagonistas y en el de todo aquel que la mire y le provoque ese sentimiento de nostalgia “alegre”.

Que sirva esta imagen como homenaje y recuerdo de aquel pasado que nos guste o no, ha dado como resultado lo que somos ahora.

Pequeñas cosas que pasan siempre y siempre están mal


Hoy, como habitualmente puedo observar, en esa parada de taxis de una calle de Barcelona, nos encontramos con cuatro o cinco de ellos ESTACIONADOS.


Resulta que es una práctica habitual que despista a los usuarios, pues esta parada se encuentra justo delante de un edificio público y muchas personas de dirigen a estos con la consiguiente decepción de encontrarlos sin chofer.


Lo que resulta más gracioso, es que si por casualidad paras un taxi que pasa por esta calle, la primera reacción del señor taxista es, una calurosa indicación de que se dirija a la parada. En ese momento dan ganas de cogerlo y estamparlo contra los coches aparcados de sus compañeros. Es comprensible que cumplan tan escrupulosamente esa “norma” de orden de turno, pero quizá no cumplen correctamente algunas otras.


Ya puestos, haz la prueba, ves a una para de taxis, de estas que no están en fila india (como la de la Plaça Sant Jaume) y en muchas ocasiones ni ellos mismos saben quién va primero. Sin mencionar los casos en que primero te preguntan dónde vas como condición de aceptar la carrera.

No pretendo desclasificar ni generalizar en contra de un colectivo como es el de los taxistas. He usado el taxi y en la mayoría de ocasiones no tengo queja, salvo esos pequeños detalles de tener que soportar una emisora de radio no deseada o conversaciones no solicitadas.